He secado mis lágrimas esta noche como lo he hecho toda mi vida. La costumbre es una vieja amiga que a ratos se hace presente, instándome a sacar todo de mí, aunque sé que queda allí dentro como una marca más de tantas sufridas.
Tengo unas ganas terribles de grabarme algo. Quiero dejar de existir al menos cinco minutos y disfrutar de la ingravidez y de la nada. La angustia es terrible; la desconfianza, el temor, la inseguridad... cuchillas afiladas reduciéndome el alma a jirones.
Quiero que todo termine. Quiero sentir la cuerda presionada contra mi cuello, solo serán unos segundos y habrá paz y calma absoluta.
"Nunca volverá a ser igual".
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